Las regiones polares como la Antártida actúan como sumideros del
mercurio procedente del medio natural y de las actividades humanas, un
metal tóxico para la salud de los ecosistemas y de los seres vivos que
produce alteraciones neurológicas, inmunológicas y fisiológicas, entre
otras. Recientemente, un equipo de investigadores en el que participa el
Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN-CSIC), además de la Estación
Experimental de Zonas Áridas (EEZA-CSIC), el Instituto de Salud Carlos
III y la Universidad de Murcia, ha publicado un estudio en el que
muestran el hallazgo de grandes cantidades de mercurio en las plumas de
tres especies de pingüinos antárticos. Este es un indicador directo de
que este elemento está cada vez más presente en el continente.
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